martes, 11 de agosto de 2009

C. PERSPECTIVA PEDAGÓGICA

El punto de partida siempre en el proceso de conocimiento es el lugar del educando, su percepción del mundo y su relativa comprensión de la temática particular que enfoca. No se puede partir de nociones abstractas, vaciadas de sentido inmediato, o peor aún de categorías que resultan inentendibles en idioma español por no ser otra cosa que malas traducciones, interpretaciones literales que pretenden que una palabra significa lo que otra parecida en otro idioma. El tema del riesgo y del desastre tiene un lastre mayúsculo en ese sentido. En el proceso de aprendizaje/enseñanza es un grave problema el que en el vocabulario normal, en español, no se encuentre significados o imágenes con algún sentido para variadas nociones que terminan por aprenderse de forma aislada.
Las palabras, como las ideas y las situaciones sociales o económicas y políticas, no existen aisladas con su significado en un glosario, en un compartimento estanco cada una, sino que por el contrario tienes raíces históricas –que están presentes en diccionarios serios- y vínculos gramaticales, lingüísticos y sociales; han sido construidas a lo largo de siglos o milenios y se vinculan con imágenes tomadas de la naturaleza, de la realidad social de la época, de las costumbres o de la mitología, religión o creencias. La traducción literal que inventa un nuevo término y simplemente intenta definirlo (cuando ningún hablante de esa lengua materna lo entiende) de manera abstracta y aislada, con lo que provoca un grave problema para el proceso de aprendizaje sucesivo de los fenómenos concretos que pretenda el término explicar.
Pero más allá de las traducciones absurdas y las nociones inentendibles, el problema del aprendizaje implica la necesidad de partir del nivel específico del educando, no del nivel alcanzado por el educador. El dictado o la cátedra no refieren a la expresión de palabras concatenadas cuyo contenido solo comprendan los iniciados, sino que debe –el educador o catedrático- aprender primero cuál es el punto de partida del educando y desde ahí iniciar en forma colectiva la construcción de categorías empíricas o nociones abstractas.
El diseño de un curso complejo no solo requiere un orden lógico en la entrega de los contenidos informativos, sino una adecuada y coherente integración entre estos y las destrezas o técnicas que espera aprender. Ese orden lógico debe partir en primer término de una clara aproximación pedagógica; es decir una respuesta a la pregunta de cómo se conoce o cómo se aprende. Esta pregunta general lleva a la referida a de dónde se parte para poder aprehender un conjunto de informaciones abstractas a las que se la añaden técnicas y destrezas que se pretenden desarrollar. Esto es de especial relevancia cuando el tiempo en que se espera desarrollar un curso es muy corto y los contenidos suponen altos niveles de atención y de concentración en el trabajo. Aún es mucho más relevante, si se busca que se desarrolle un trabajo colectivo en donde cada uno de los involucrados, incluyendo los educandos y los facilitadores, las instituciones ejecutoras del programa y las coadyuvantes, aprehenda de la experiencia colectiva y de la puesta en práctica de esa actividad educativa, docente o de reflexión conjunta.

La comprensión de las condiciones de existencia humanas en lo que refiere al riesgo de desastre no debe partir entonces de una definición abstracta de riesgo, y menos aún de una palabra mal traducida –como gestión, que lleva a un sinsentido en español gestión de riesgo-, sino partir del desastre, de lo que los educandos conocen y ven directamente o por televisión y leen en los diarios o escuchan en sus sitios de trabajo y estudio. Se parte de lo que sucede para indagar cuales son los proceso que llevan a la ocurrencia de esas situaciones sociales concretas o de esas condiciones humanas de existencia (esos daños y pérdidas específicos que suceden en tal o cual lugar y en cual o tal tiempo particular). Se construyen conceptos o se aprenden conceptos, ya construidos previamente, cuando se analizan las determinaciones variadas que presenta y que expresa esa situación empírica específica de que se parte.

Todo el curso es un permanente ir y venir del desastre a su explicación, al análisis del proceso de su construcción. En ello se incluye el análisis de las condiciones humanas de existencia, histórico concretas así como geográfica y geopolíticamente definidas, así como las particularidades más inmediatas, que incluyen fenómenos de la naturaleza, ciclos climatológicos o hidro-meteorológicos junto a procesos tectónicos o transformaciones ambientales globales, pero no como simples elementos causales, sino como determinaciones particulares entre otras de carácter social, económico, político, ideológico y hasta mitológico.